La aparición de las ampollas en los pies es un fastidio, porque duelen y más si tienes que ponerte un calzado cerrado como las deportivas para ir a correr o para practicar cualquier otro deporte. Normalmente, las ampollas empiezan siendo una zona irritada, como si fuera una zona en la que te hubieras frotado más de lo normal. Si no se le presta atención, esa irritación es lo que más tarde se convierte en ampolla.
Para tratar las ampollas, lo primero que tienes que hacer es quitar el líquido que se encuentra en su interior. Para eso tienes que desinfectar una aguja quemándola o con alcohol. Una vez hayas pinchado la ampolla, debes dejar supurar (no es agradable, pero es mejor que una infección) y lavar con cuidado la zona, hasta que ya no quede líquido. Pero, ¡ojo! no quites la piel de la ampolla, porque aparte de que puedes hacerte daño, ayuda a que no se infecte la zona.
Luego, tienes que limpiar con alcohol la herida y colocarte una crema cicatrizante o un apósito para aislar la zona afectada. Es conveniente que cambies la tirita diariamente, así como dejar al aire libre la ampolla, aunque hazlo en un ambiente seguro (tu casa, por ejemplo). De este modo ayudarás a que la herida cicatrice y, a medida que vaya haciéndolo, verás que la piel de la ampolla se va volviendo más gruesa y se irá desprendiendo a trozos poco a poco.
Si por lo que fuera la ampolla de tu pie se rompiese sola, no te preocupes. Lávala con agua y jabón y pon también la crema cicatrizante o el apósito. Incluso hay algunos apósitos que no requieren pinchar la ampolla, que se pueden conseguir en farmacias.
¿Alguna vez has tenido problemas con las ampollas?