Tanto si sueles ir a correr esporádicamente como si te tomas muy en serio tus entrenamientos de running te recomendamos que midas ciertas cosas, como la velocidad a la que vas, la distancia que recorres y las constantes vitales. Esto te ayudará a tener un control sobre ti mismo y tu evolución.

Normalmente, antes de salir a correr, debes marcarte la distancia a la que pretendes llegar en esa sesión. Estaría muy bien poder marcar un tiempo, pero esto ya es más difícil, aunque no imposible. Para saber tu velocidad media aproximada te basta un reloj y un poco de ayuda de Google Maps: al finalizar el entrenamiento, divide la distancia por el tiempo transcurrido.

Pongamos que no quieres saber sólo la velocidad media, sino entrar en qué tramos te costaron más y cuáles menos, cuál fue tu máximo y tu mínimo, etc. Para que estas mediciones sean lo más exactas posible hay dos métodos bien conocidos: el GPS y el podómetro. El GPS, aunque es más caro, es más preciso, porque calcula los metros por satélite. Lo puedes combinar con software específico y hacer un análisis pormenorizado. En cambio, el podómetro, mucho más económico, mide las pisadas que has hecho por metros, dándote unos datos menos precisos pero igualmente útiles.

Respecto a la medición de constantes vitales, normalmente nos interesa medir la respiración y el pulso. Mientras que la respiración solo se mide en centros especializados, ya que va muy enfocada a profesionales, el pulso es fácilmente medible a través de un pulsómetro. El pulsómetro se trata de una cinta con bandas sensibles que miden los latidos del corazón y un transmisor que los envía a un reloj para que puedas tener un control instantáneo y saber cuándo te pasas y cuándo te quedas corto.

Llevar un control sobre ti mismo te permite saber cuáles son tus limitaciones, tus capacidades, tu evolución y, algo muy importante, te permite macarte objetivos. Así que si eres corredor, no la dejes de lado, puesto que es algo tan importante a tener en cuenta como unas buenas zapatillas.