El fútbol puede llegar a ser un deporte muy completo, exigente e imprevisible. A menudo, resulta difícil apreciar todos los matices e implicaciones de un resultado, y cada cual acaba sacando su propia lectura.
Dentro del terreno de juego, los jugadores también deben enfrentarse a esta complejidad. Precisamente son aquellos que mejor leen las jugadas, mejor se entienden con los compañeros y más seguridad ofrecen en el campo los que marcan la diferencia. Jugadores dedicados, que siempre están ahí, empujando al equipo y logrando cada vez mejores resultados.
Cuando hablamos de grandes jugadores de nuestra liga, enseguida nos salen los nombres más laureados y reconocidos, las estrellas que vemos casi a diario en la televisión, los fichajes millonarios. Pero son los futbolistas trabajadores y constantes los que realmente inclinan la balanza.
El Real Madrid, más allá de sus estrellas, siempre ha contado con esos jugadores trabajadores como Redondo, Makelele, Seedorf, Helguera… que le han brindado momentos brillantes.
El FC Barcelona también es un buen ejemplo: sus mejores años siempre coinciden con un vestuario lleno de jugadores que se sacrifican por el equipo y cambian el rumbo de los partidos. En este caso podríamos nombrar jugadores como Bakero, Amor, Puyol, Luís Enrique, Guardiola, Sylvinho…
Aunque a veces no se vea todo el fútbol que existe en los partidos, una persona en concreto deslumbre y no nos deje ver lo que queda detrás, apostar por el compromiso, el esfuerzo y el trabajo es apostar por la parte más sólida de este deporte.