Como bien indica el nombre de este deporte, la natación en aguas abiertas consiste en nadar en lugares abiertos, como el mar o los ríos, en lugar de hacerlo en una piscina. Precisamente por eso, la natación en aguas abiertas no es apta para principiantes. ¿La razón? Es bien sencilla: el nadador debe tener un gran control de su mente, ya que es muy fácil desorientarse, está sometido a los cambios de temperatura del agua, debe enfrentarse a los cambios de altitud de las olas del mar o a los desechos que floran en determinados trozos del río.

Efectivamente, el nadador de aguas abiertas no solo debe estar muy en forma físicamente hablando, sino también debe  tener un gran manejo de su parte emocional para sobrellevar las circunstancias mencionadas y para poder hacer frente al agotamiento físico y psicológico que supone nadar a contra corriente o sabiendo que te has perdido de la ruta.

Hecha la advertencia o tras haber dado cuatro pinceladas sobre cómo deber ser un nadador de aguas abiertas, añadimos que las distancias que se recorren oscilan entre los 3.000 metros o los 10.000 metros (distancia olímpica) e incluso hasta los 35.000 kilómetros de travesía. ¿Entiendes por qué la natación en aguas abiertas es más que tener una buena preparación física practicar este deporte? No obstante, los nadadores van acompañados pos lanchas o kayacs para evitar riesgos de varios tipos, desde una picada de medusa, el cansancio o que se desoriente.

Para finalizar este post sobre la natación en aguas abiertas, comentarte que en 1810 Lord Bryon fue la primera persona en cruzar el estrecho de Hellespont, situado en Turquía y que separa Europa de Asia, prueba que se sigue celebrando. Asimismo, en los primeros juegos modernos de Atenas en 1896 las pruebas de natación se celebraron de esta forma, concretamente en las frías aguas de la bahía de Zea. Pero no fue hasta en 2008, en los Juegos Olímpicos de Pekín que se la natación en aguas abiertas se convirtió en una disciplina oficial de las olimpiadas.