La figura del entrenador es muy familiar y tiene mucha presencia en los medios de comunicación. Después de cada partido, es común que el técnico de cada equipo salga en rueda de prensa y explique cuatro cosas acerca de lo que haya ocurrido en el encuentro. A los aficionados les gusta oír los motivos por los que su equipo ha perdido o que se alaben las cualidades de alguno de sus cracks por haber resaltado en el partido en cuestión.
Pero los pasos que alguien debe seguir para llegar a entrenar a un equipo no son fáciles. Hay que sentir esta profesión y tener vocación tanto por el deporte como por la docencia. Además, también es conveniente tener dotes de líder.
Lógicamente, no es lo mismo entrenar a un equipo de cadetes que a un equipo profesional. En el primer caso habrá que saber enseñar muy bien los fundamentos técnicos y conocer muy bien las características no solo físicas sino también psicológicas de los niños. Por su parte, un técnico de élite tendrá que saber actuar como líder y director de un grupo para poderle sacar el máximo rendimiento, así como saber adaptar las condiciones de espectáculo y de negocio propias del fútbol profesional.
Un entrenador no puede ser una persona que un buen día se levante y quiera dedicarse a ello. Para serlo se necesita una preparación bastante dura, tanto física como técnica, ya que hay que saber desde sistemas de juegos hasta anatomía, desde organización y legislación hasta preparación física. Hay que saber afrontar tanto una derrota como una victoria y no perder nunca de vista los objetivos. Requiere varios años de dedicación e, idealmente, un título.
Si te gusta el deporte, tienes mucha capacidad y estás dispuesto a soportar mucha presión mediática, quizás esta sea tu alternativa profesional. ¿Te lo habías planteado alguna vez?