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De Sant Boi al Staples Center

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En el encuentro final de la NBA, Lakers contra Celtics, la cita más importante del baloncesto de esta temporada, hay un claro protagonista: MV Pau. Pau Gasol.

No fue el que más canastas metió, ni el que más brilló ante las cámaras, pero supo ayudar a su equipo, ofreciéndole las oportunidades que necesitaba para poner el marcador a su favor en un partido terriblemente disputado. Desde el minuto cero hasta el final, Pau fue pura energía, pura rabia, puras ganas de conseguir el trofeo. Semejante decisión ha impresionado a la prensa internacional, que hoy le reconoce como la estrella en la sombra, aquel que permitió que los Lakers ganaran un partido caótico del que parecía imposible predecir el final.

Con su segundo anillo consecutivo, plantado en la cancha entre los demás gigantes, cansado pero feliz, abrazando a todo el mundo y gritando de alegría, resulta difícil pensar que este chico es el mismo niño algo tímido que quería estudiar medicina.

Esa idea pronto se vería eclipsada por el baloncesto: a medida que se acercaba a este deporte, Pau se iba dando cuenta de su verdadero sueño, ser un jugador profesional en un gran equipo. Empezó con el Alvirne, de Sant Boi, en 1996. Cinco años más tarde, con el título del “Jugador Más Valioso” de la copa nacional española, lo ficharon en la NBA. Su talento no pasaba desapercibido: le nombraron “Novato del año”, título que ningún jugador no estadounidense había conseguido. El entrenador le sacaba a jugar en todos los partidos, sin excepción. Su récord de permanencia sólo pudo romperlo una lesión, pero no consiguió apartarle del juego definitivamente: los Lakers le ficharon en 2008, y con ellos ha ganado los dos anillos de campeón.

No sólo ha jugado en la NBA: también ha participado en el campeonato del mundo jugando (y ganando) por España, y ha conseguido varias medallas olímpicas (en 2001, 2003, 2006, 2007, 2008 y 2009 ¡nada menos!).

Hoy todos pensamos en lo largo que ha sido el camino y lo dulce que le tiene que saber la victoria, el recorrido para llegar a lo más alto. Y nos sentimos orgullosos de saber que ese chico tímido, culto y amable, que se ha esforzado tanto por apoyar a su equipo, por superarse y por ser un gran jugador, ha conseguido el premio que merecía.