De la creación clásica y arquetípica de la bicicleta han surgido numerosos modelos, cada uno para cubrir unas funciones concretas. Desde un punto de vista global, estos se pueden clasificar en: bicicleta de montaña, de carretera y doméstica.
La bicicleta de montaña, también conocida como Mountainbike, es una bicicleta destinada a terrenos montañosos, por lo que la resistencia de sus partes se convierte en el punto más importante a tener en cuenta a la hora de adquirir una. Las ruedas suelen ser gruesas y con tacos, tiene un conjunto de tres platos y hasta nueve piñones, ya que una bicicleta de montaña necesita múltiples sistemas de cambio para poder adaptarse a la perfección a las irregularidades del terreno.
La bicicleta de carretera se emplea tanto para carreras o competiciones por carretera o en pista, aunque si se trata de profesionales, quienes las emplean para una u otro tipo de competición, presentan algunas variaciones. Este tipo de bicicletas, también con platos (aunque solo dos), están diseñadas para correr y, por eso, suelen ser finas y con el asiento y los ángulos muy verticales.
Por último, las bicicletas domésticas, también llamadas de turismo o híbridas, son las que la mayoría de personas utiliza para ir por la ciudad, a modo de medio de transporte. Esta modalidad destaca por su comodidad y porque solo lleva un solo cambio. Incluso a veces, tiene una canastilla para el transporte de objetos, a pesar de que popularmente se han asociado las bicicletas con canastillas a bicicletas de mujeres.
Así que, antes de comprarte una bicicleta, piensa bien qué uso vas a darle y, a partir de entonces, ¡adelante!