En el patio del colegio el fútbol se vive distinto. Es falta cuando rodean un jugador con más de un defensa o las manos son involuntarias y se repiten jugadas si no acaban en gol.
Otra norma es la del portero delantero. Cuando un equipo supera a su rival, el portero contrario se convierte en otro jugador en el campo para compensar. No existe la norma a nivel profesional pero el factor portero-jugador desequilibra.
Los porteros conocen las debilidades de sus compañeros, suelen ser de los más altos del equipo, son ágiles, tienen muchos reflejos y están en forma física hasta el final del partido.
Los porteros son decisivos evitando goles pero también los marcan. Junto a los saques de puerta largos que acaban dentro de la portería contraria, los porteros son especialistas en rematar jugadas a balón parado, marcar en faltas y penaltis.
Chilavert chutaba muchas faltas de su equipo y Higuita, Jorge Campos o Rogelio Ceni se convirtieron en goleadores de sus equipos. Toni Prats en el Betis marcó el primero gol de falta de un portero en nuestra liga y muy reciente es el gol de cabeza de Palop que permitió al Sevilla acceder a la final de la UEFA para ganar su segundo trofeo.
El último ha sido el portero de la Real Sociedad, Claudio Bravo que nos ha regalado otro tanto para los porteros. Marcó de falta el único gol del partido y mantiene a los donostiarras en la lucha por el ascenso a primera.
Los goles de porteros son insólitos pero están en las tandas de penaltis, suben rematar, chutan faltas y nos gravan en la retina momentos excepcionales.
El portero que tiene buen manejo de pies y distribuye bien el balón es un puntal para el equipo. Si encima marca, el portero-delantero se convierte en leyenda.