Cuando pensamos en fútbol podemos caer en el error de tener en cuenta sólo grandes leyendas, equipos y éxitos. Pero incluso la estrella más brillante empezó siendo una chispa: el fútbol se compone de pequeñas cosas, de gente esforzándose a diario, de ganas y dedicación. Es la suma de todas las partes lo que hace grande el conjunto.
Además de los jugadores más grandes, en este deporte existen muchos profesionales que luchan día a día para dar lo mejor de sí mismos. Y los jóvenes vienen empujando. Prueba de ello es que, desde hace unos años, se van pulverizando las marcas de edad. Cada vez debutan jugadores más jóvenes y los filiales de cada equipo se convierten en verdaderas escuelas de este deporte. La instrucción va ganando prestigio frente al siempre clásico fútbol en la calle.
Es positivo que cada vez salgan más jóvenes con talento y un excelente indicativo de que se hace un buen trabajo al animarles a unirse a los equipos. Y ésta es la parte importante: el trabajo. El esfuerzo que hay detrás de los jugadores.
Gracias al esfuerzo y al entrenamiento, salen buenos jugadores de poca edad, apenas post-adolescentes, capaces de superar a los veteranos y maravillar con su juego. Jóvenes promesas que desde el primer momento ya tienen todas las miradas puestas en ellos.
Esto puede suponer un pequeño problema, porque hay que encontrar el equilibrio: es muy importante apoyar el fútbol desde la base, pero hay que vigilar cómo se trata y qué presión se ejerce. Jugadores como Canales o Bojan demuestran su calidad en el campo con buenas jugadas, pero los entrenadores saben que es importante tener cuidado y no quemar las carreras de chavales que empiezan como profesionales. A fin de cuentas, lo importante es la superación personal y el disfrutar jugando.