El Everest es la montaña más alta del mundo y por ello, siempre ha sido un gran desafío para todos aquellos que han querido escalarla. Los primeros en lograr llegar a la cima de esta espectacular montaña (llamada también el techo del mundo) fueron los costarricenses Eduardo Villalobos y Ronny Chaves, entre otros.
Muchos han dejado sus vidas en el intento, como el español Juan José Polo, que murió nada más coronar su cima. El mismo Villalobos declaró en una entrevista: “Yo dejé todo hablado con mi familia antes de irme. Quedó un testamento escrito en manos de un abogado, porque no sabía si iba a regresar. Nadie sabe eso cuando sube”. Escalar esta montaña es una incertidumbre en la que se arriesga la propia vida.
Hay una gran variedad de peligros en el recorrido como: la falta de oxígeno a tanta altura, la posibilidad de que aparezcan grietas en el suelo profundas (en las que se puede perder la vida), el frío y la hipotermia (hasta -50ºC) o el agotamiento entre otros.
Antes de llegar a la cima hay una zona denominada ‘zona de la muerte’ en la que el oxígeno se reduce como consecuencia de que la presión atmosférica es menor y, por ello, los escaladores no pueden superar los 15 minutos en ella.
Sin duda, todos aquellos que han intentado escalarla son unos grandes valientes.