Enseñar a tu hijo a nadar es muy importante, no solo porque a partir de ese momento disfrutarás más de tus ratos en la piscina, sino porque es un fantástico deporte con el que tu hijo trabaja todo tu cuerpo. Gracias a la natación, se corrigen muchos problemas, como los de espalda. Así que cuanto antes empiece a nadar tu hijo, más disfrutaréis ambos de los beneficios de la natación.
Una buena forma de empezar las clases es hacerlo en una piscina donde haya medidas, es decir, zonas donde su hijo pueda estar aunque no sepa nadar. Esto le dará confianza. Mientras le estés enseñando a nadar, es mejor que no le ponga ni flotadores ni manguitos ni burbujas ni ningún tipo de dispositivo con el que pueda flotar, ya que puede desarrollar malos hábitos y un falso sentido de su capacidad para sostenerse en el agua.
Un buen ejercicio para empezar a nadar es hacer descender a tu hijo por la escalera y hacerle recorrer la piscina por el borde y en algún momento, haz que se suelte y te rodee en el agua. Así va adquiriendo una sensación parecida a la de flotar (aunque al principio quizás sea un tanto desesperante para el niño). Otros típicos ejercicios son hacer que se sujete en el bordillo y hacer que patalee las piernas en el agua o que coja una tabla con las manos y avance por la piscina.
Y tan importante es ensañarle a nadar que como enseñarle a flotar en el agua y, sobre todo, a controlar la respiración debajo del agua, mediante técnicas como coger aire y soltarlo dentro del agua o recorrerse el fondo de la piscina.
Si prefieres llevar a tu hijo a un profesor, debes tener en cuenta la importancia de motivarlo y que siempre vea una sonrisa en ti para que en todo momento tenga confianza en sí mismo. ¡Ánimo! No es difícil, todos hemos pasado por lo mismo 🙂