Para aquellos niños y adultos que no saben nadar no es nada fácil meterse en una piscina y empezar a flotar. Puede parecer algo muy sencillo, pero la clave está en mantener el equilibrio.
Lo primero que se ha de hacer es relajarse. Todo tu cuerpo debe estar descansado, sin nerviosismo, ni tensión. Se deben llenar los pulmones de aire, porque si no están lo suficientemente llenos nos acabaremos hundiendo en la piscina.
Para empezar agárrate del borde de la piscina con tus manos, estírate de espaldas a la piscina y deja tu cuerpo flotando manteniendo la cabeza fuera del agua (siempre en el lado de la piscina en el que hagas pie en caso de ponerte nervioso). Repite este ejercicio varias veces hasta que ya lo tengas dominado. Después suelta una de las manos y mantente flotando cogido de una sola mano, para que finalmente sueltes la otra y empieces a flotar.
Es muy importante la práctica porque cuantas más veces lo intentes, antes acabaras consiguiéndolo y quitándote el miedo.