Los Ingebrigtsen. Un asunto de familia
Las sagas familiares siempre han estado presentes en el deporte de élite. En muchos casos, el testigo ha pasado de padres a hijos; en otros ha sido cosa de hermanos: los Gasol y Hernangómez en baloncesto, Karabatic y Dujshebaev en Balonmano, Bryant en tenis, Manning en fútbol americano, Brownlee en triatlón, Alcántara en fútbol… o los Ingebrigtsen en atletismo, la familia de moda.
Son tres y todos han sido campeones de Europa de 1.500 metros. Las pruebas del medio fondo europeo llevan su sello personal, el tartán es su jardín particular. ¿Su secreto? Una genética privilegiada, mucho, muchísimo trabajo y un padre-entrenador, Gjert, que ha sabido sacar lo mejor de sus hijos. Ejecutivo en una empresa de logística, sin ningún antecedente en el mundo del atletismo, los educó para que llegaran a ser un referente del deporte a pesar de que «nunca había estado especialmente interesado en el deporte. Éramos una familia normal con muchos niños. Pasábamos mucho tiempo al aire libre, caminando, yendo a las montañas, esquiando campo a través, pero es una coincidencia».
Entrenamientos al límite
Henrik, Filip y Jakob Ingebrigtsen se levantan pronto. En su Sandnes natal (Noruega) hace un frío que hiela el alma. Pero no importa, ellos van a lo suyo, llueva, nieve o caigan chuzos de punta. Es su rutina, su pasión y su ambición. Sus entrenamientos consisten en larguísimas sesiones de kilómetros en las piernas, entre 140 y 160 semanales, con dobles tandas diarias de manera regular, utilizando un lactómetro para garantizar que los niveles de lactato se mantengan en un umbral que les permita recuperarse rápidamente del esfuerzo. Mientras Gjert planifica, supervisa, monitoriza cada paso, cada zancada, cada respiración. Son una familia, un equipo, una empresa.
Jakob, el menor de los tres hermanos, es el más dotado físicamente.
Jakob, el menor de los tres hermanos, es el más dotado físicamente. Empezó a correr con solo tres años y pronto mostró unos parámetros fuera de lo común. Con 18 años, su umbral aeróbico se situaba en los 21-22 km/h, lo que podría llevarle a completar una media maratón en menos de una hora y a la vez disponer de una alta capacidad de sprint en un 1.500. Hoy, a sus veinte años, su progresión no conoce límite.
La actitud de los Ingebrigtsen
Pero hay algo más que la genética y el trabajo en los Ingebrigtsen: su actitud. Siempre a la ofensiva, siempre pensando en ganar. Con una avidez sin límite y una motivación poderosa. Nunca ponen excusas, jamás se quejan. Saben que si quieren ir más rápido tienen que entrenar más. Sus padres se lo inculcaron desde muy jóvenes, siempre fueron claros. Estuvieron ahí cuando hizo falta, aconsejando, motivando, empujando, pero nunca forzando. Si los tres hermanos han llegado hasta aquí, ha sido por deseo propio, no por obligación, a pesar de la fama de duro e implacable del patriarca.
Y lo mejor de la historia deportiva de la familia aun está por escribir. Con Henrik y Filip en la plenitud de su carrera y con Jakob aun por explotar al completo, Ingrid, la única chica de la familia, va para nota. Con catorce años ya ha acreditado unos excepcionales 18 minutos justos en los 5 kilómetros y el porvenir parece suyo. Los Ingebrigtsen, un asunto de familia.