A medida que vives, se van abriendo un sinfín de puertas que puedes aprovechar al máximo. Una de las decisiones que se toman es dejar de estudiar para irse a trabajar, o estudiar para trabajar más adelante desarrollando mejor su potencial académico. Algunos deciden, en cualquier momento de sus vidas, luchar cada día para hacer ambas cosas al mismo tiempo.
Estudiar y trabajar no es fácil e implica mucho compromiso y sacrificio para seguir adelante. El ritmo de vida no para y siempre hay algo que hacer, algún sitio donde ir, o cualquier tipo de recado que hacer. El tiempo juega en tu contra, y cada día es un reto a superar. Superarse es la mejor expresión de lo que significa decidir que se va a estudiar y trabajar al mismo tiempo.
Los que trabajan y estudian son de espíritu inquieto, y siendo jóvenes o mayores necesitan estudiar, conocer y aprender algo más. Normalmente están rodeados de un ambiente de ebullición cultural, en un entorno atrevido y arriesgado, como el que se encuentra en las universidades. Además, estando en movimiento y en permanente construcción aportas en el trabajo un dinamismo que favorece al ritmo de la empresa y de tus compañeros.
Asumir este rol, tanto en los estudios como en el trabajo, es mucha responsabilidad, pero también es una manera de llegar hasta donde te propongas. Trabajar y estudiar no es un obstáculo, es también una gran oportunidad. Se pueden dejar los estudios a veces y después se siguen donde se dejaron, sin que esto sea un fracaso, sino una pausa para recuperar fuerzas y llegar hasta el final.
El esfuerzo y la constancia son valores que te permitirán superar los retos que te plantees. Cuando estudias y trabajas los necesitarás para compaginar una doble vida al máximo. Capaz de trabajar hasta el límite, sacar tiempo de donde no lo hay y aprovechar todas sus oportunidades. Quienes trabajan y estudian también se convierten en unos luchadores natos. Son gente que como un deportista no se detiene y por eso les reconocemos sus méritos de estar en movimiento.