La Copa del Rey que ha empezado esta temporada deberá ser recordada por la gesta de los equipos pequeños enfrente de los grandes. La Copa del Rey, para algunos ha perdido su prestigio, pero esta competición es una gran oportunidad para que entidades modestas hagan valer la humildad como factor decisivo en el fútbol.

En los sorteos de la competición, los equipos de categorías inferiores celebran como una lotería la posibilidad que les toque alguno de los equipos grandes. Esta emoción e interés por los emparejamientos demuestra donde está la vida del fútbol.

El pasado martes 28 de octubre vivimos otro hito deportivo. El Alcorcón, equipo de segunda B, la base de nuestro fútbol, consiguió derrotar a un equipo con millones de euros invertidos en fichajes. El Alcorcón le demostró que la ilusión, las ganas y el corazón siguen existiendo en el fútbol. El equipo superó a uno de los grandes con goleada (cuatro goles) y mantuvo su portería inmaculada.

El comentario es fácil: que mal lo que hizo el grande. Pero ¿y el Alcorcón? El equipo modesto que ha vencido, ¿no es la noticia que deberíamos destacar? Nos planteamos la derrota del que tenía que ganar, pero no la heroicidad del pequeño.

La Copa del Rey nos da la oportunidad para cambiar las cosas. Es un torneo donde arriesgarse y conseguir éxitos que en otros lugares no son permitidos. Las conquistas logradas por los modestos son la mejor prueba de que el fútbol, y el deporte en general, están vivos y en permanente competición.

Nos podemos llevar muchas sorpresas, pero sabemos que quien lo echa todo sobre el campo hace el mejor papel. El Alcorcón nos ha hecho recodar esto, una lección que esperamos ir recordando muy habitualmente.

Tenéis razón, no hemos mencionado contra quien jugó el Alcorcón, porqué no son esta vez los protagonistas.