Desde siempre el hombre ha buscado maneras de desplazarse. Al principio se ayudaba de madera y bastones, pero en el siglo X (en Suecia y Noruega) se desarrollaron unos esquís de 2,5 metros, los Telemark, con fines militares. En esa época se utilizaba solo un bastón muy largo para las curvas.
En 1920 el esquí empezó con las innovaciones: cambios en las fijaciones y un doble bastón más pequeño. En 1950 resurgió un nuevo impulso y las fijaciones de seguridad ya eran obligatorias y había distintos tipos de esquí (slaloms, monoski, para las bajadas, etc.). Sin embargo, es en 1980 cuando el esquí ya queda marcado por la inclusión del snowboard y esos característicos vestidos color flúor que han logrado convertir a este deporte en algo más que una práctica complicada y competitiva (como era percibido antes), sino en un deporte divertido.
Los esquís actuales tienen una altura comprendida entre el 1,70 y los 2 metros y pueden llegar a ser parabólicos para facilitar las curvas. De ahí que surjan nuevos tipos como el Freestyle o el freeride.