Se ha discutido mucho sobre la validez de la Copa del Rey. Algunos han considerado que esta competición se había devaluado y que su rango ha descendido. Que los equipos de élite, al no llegar a las últimas rondas, hacían que el torneo perdiera prestigio y se convirtiera en un simple trámite para los grandes. Ninguneando la Copa del Rey, los equipos grandes plantaban sus equipos filiales y eran eliminados sin llegar lejos.
En los últimos años, la Liga de Fútbol Profesional se ha convertido en cosa de dos. En las últimas ediciones,el Barcelona y Real Madrid se reparten casi todos los trofeos liga, y sólo el Valencia ha podido romper en esta década la hegemonía. Tal vez esto para algunos sea prestigio pero no permite mucha movilidad.
Pues en la Copa del Rey está pasando lo contrario. De las últimas ediciones, el trofeo se lo han llevado nueve equipos diferentes. El Barça, ganando la última edición, hacía más de una década que no la ganaba y el Madrid no la gana desde el 93. No son pequeños equipos ganadores como Zaragoza, Español, Mallorca, Betis… pero Getafe, Celta, Athletic, Osasuna y Recreativo se han plantado a la final. Representan esos equipos medianos que ven en la Copa del Rey su oportunidad de éxito.
Los equipos pequeños han dado muchas veces la campanada en esta competición. El fútbol base ha sido capaz de eliminar repetidamente al equipo del momento. Ronda tras ronda, las trayectorias de los modestos en categorías inferiores han sorprendido a expertos y aficionados. Los mata gigantes han dejado de ser una excepción.
El Movimiento Base encaja a la perfección con este reto, con esta superación. Todos tenemos metas que alcanzar, y la Copa del Rey es la muestra: que los pequeños se superan y aprovechan sus oportunidades. Sólo con verlos correr sabemos que van al límite. Cuando la motivación, el esfuerzo, el entrenamiento y el carácter dan la victoria, el deporte se convierte en algo tuyo, en algo de todos.