– Si yo quiero correr, no es que no me apetezca. Es sólo que no tengo tiempo.
Seguro que sí, es cuestión de organizarse. No necesitas mucho tiempo seguido: con que rasques 30-45 minutos al día vale. Y recuerda que puedes aprovechar al atardecer, o temprano por la mañana, que las calles están más vacías.
– Ése es otro problema. Mi zona es muy mala. Niños, coches, mal terreno…
Seguro que tienes cerca una buena ruta para correr que no conoces. Es cuestión de buscarla (por ejemplo, con sitios como RunMap o Wikiloc). Además, si tu zona es terriblemente mala siempre está la cinta del gimnasio.
– Bueno, es que… lo he intentado, pero me canso.
Normal, si pretendes arrancar a correr estando desentrenado te cansarás. Lo ideal es empezar en series de caminar 4 minutos y correr dos, para luego ir aumentando. Recuerda: poco a poco al principio, y en unas semanas estarás corriendo sin problemas.
– Pero ¡que me lleno de agujetas!
De nuevo, el problema es que te exiges demasiado y demasiado rápido. Tómatelo con calma al principio y calienta para evitarte problemas luego. No pretendas correr como un profesional el primer día.
– No, si más bien parezco un pato corriendo. Me da vergüenza.
Muchos de los mejores corredores tienen un estilo bastante raro. No dejes que te frene: intenta correr con la espalda recta, los hombros relajados y apoyando primero el talón. ¡Y no te preocupes por los demás!
– Bueno, pero es que aunque empiece, lo acabo dejando.
Necesitas una motivación extra para no abandonar. Busca cosas que te ayuden a engancharte: compañeros que corran contigo, música para correr que te dé ánimos o incluso registros de entrenamiento para saber cómo vas mejorando. Y lo más importante, ¡olvídate de las excusas!