Aunque parezca mentira, existen referencias del hombre explorando el fondo del mar del desde la Grecia clásica, con máscaras de madera. Probablemente, más que por gusto en aquel entonces lo hacían para buscar comida. No obstante, esto nos da señales de que desde nuestros inicios, el mar ha sido un medio intrigante para el ser humano desde siempre.
Las ganas de investigar el mar, tal y como lo entendemos, no llegaron hasta el Renacimiento (s.XVI), cuando Leonardo Da Vinci, entre muchas otras cosas, inventó las aletas o pies de pato y Guglielmo di Loreno desarrolló una campana submarina que permitía una inmersión más segura, aunque se seguía sin poder respirar bajo el agua. Esto lo solventó Otto Von Guericke, un físico alemán que creó la primera bomba de aire, en el siglo XVII y, por fin, en el XVIII el inglés John Letherbridge construyó el primer equipo de buzo completo, que aunque muy rudimentario, dio inicio a posteriores mejoras hasta llegar a los trajes de buzo que actualmente llevan los que practican.
Y es que son pocos los que no sienten curiosidad por explorar el mundo marino. Por eso cada vez es más frecuente ver a personas practicando el snorkel, porque basta con saber nadar. Para practicar submarinismo necesitas algo más de preparación. Hay que aprender a respirar con bombonas de oxígeno bajo el agua, es necesario llevar la equipación adecuada para sumergirse a varios metros de profundidad, tener conocimientos de las técnicas comunicativas empleadas bajo el agua… Debido a la complejidad de este deporte, normalmente se enseña en piscinas, ya que es menos peligroso, y sólo cuando la persona está “enseñada” se practica de verdad.
Si tienes algún compañero a quien le guste bucear ya sabes con quien practicarlo, puesto que el submarinismo nunca se debe de practicar solo. Si no lo tienes, hoy en día hay muchas escuelas donde te pueden dar clases y acompañarte en tus inmersiones.
Y tú, ¿has querido bucear alguna vez?