Aunque en nuestra sociedad todos los tópicos tienden a desvanecerse, hay algunos que persisten. Uno de ellos, al que hacemos referencia, es la creencia de que hacer deporte va reñido con el interés por la cultura o viceversa.

Seguro que hemos oído más de una vez algún comentario respecto a una persona que practica deporte o hace ejercicio y a la que se la atribuye un desinterés por la cultura. También se oye lo mismo pero al revés de una persona que posee muchos conocimientos a la cual se le tarda poco en asociar a alguien poco ejercitado fisicamente.

¡Nada más lejos de la realidad! Vivimos en la sociedad de la información, donde los conocimientos fluyen sin cesar. Es casi imposible que alguien se pueda mantener en forma sin saber qué le rodea cuando sale a la calle, qué le pasa al mundo o sin valorar las expresiones culturales de su entorno.

Por otro lado, hay mucha gente que le gusta correr, o ir en bicicleta, o salir a la montaña aunque sea para hacer excursiones y que utiliza cualquier ratito para leer. En el metro o en el bus podemos encontrar gente que lee y son gente en forma y con mucha energía.

Alguien que lee necesita mucha concentración para no perderse, al igual que cuando hacemos ejercicio nos concentramos en lo que hacemos. También nos evadimos al escuchar música, de Beethoven, Mozart o Rolling Stones. Lo mismo cuando leemos. Nos podemos evadir, pensar y reflexionar, igual que cuando corremos.

¿Y si la línea entre cultura y deporte no estuviera tan bien delimitada? ¿Y si hacer deporte también fuese algo como una expresión cultural? ¿Y si conocer, estudiar, leer, escuchar música o ir al teatro o museos requiriese mantener nuestro cuerpo en forma?

Ya se decía en la antigüedad de los clásicos: Mens sana in corpore sano! 🙂